POESÍA Y MEMORIA
La guerra civil de los escritores del mundo
la muerte en Madrid 1939
Fue tal vez el más pasional de los
conflictos del siglo pasado. Casi toda la intelectualidad de Occidente tomó
partido en la Guerra
Civil española y se produjeron innumerables obras literarias
y plásticas referidas a esa contienda. Hace 70 años, España cambió la lírica de
grandes poetas como Neruda, Vallejo y Tuñón. Y convocó a Orwell, a Hemingway, a
Dos Passos, a Malraux. Los ecos de aquel combate abrieron trincheras en la
cultura argentina. Por ejemplo, separaron violentamente las aguas en la revista
Sur. También, son un tema inagotable para historiadores.
comprenderse que, leídos desde el presente, los años de la década de 1930 fueron en todo el mundo muy complejos y merecerían un análisis menos trivial y maniqueo que el que, llegada la hora de las efemérides, les corresponde.
Eric Hobsbawm, deteniéndose en los años previos al estallido de
un país periférico, ausente de todos los grandes cambios que, desde el siglo XIX, habían tenido lugar en Europa. Y agrega: "No es casual que la política interna de ese país peculiar y aislado se convirtiera en el símbolo de una lucha global en los años treinta. Encarnaba las cuestiones políticas fundamentales de la época: por un lado, la democracia y la revolución social, siendo España el único país de Europa donde ésta parecía a punto de estallar; por otro, la alianza de una contrarrevolución o reacción inspirada por una Iglesia Católica que rechazaba todo cuanto había ocurrido en el mundo desde Martín Lutero.
Curiosamente, ni los partidos del comunismo moscovita ni los de inspiración fascista tenían una presencia importante en España antes de la guerra civil, ya que allí se daba una situación anómala, con predominio de los anarquistas de ultraizquierda y de los carlistas de ultraderecha".
Se supone que 10.000 franceses, 5.000 alemanes y austríacos, 5.000 polacos y ucranianos, 3.500 italianos, 2.800 estadounidenses, 1.500 yugoslavos, 1.500 checos, 1.000 húngaros, 1.000 escandinavos y mucha gente de otros países fue a pelear a España. También unos 2.000 británicos (entre los que se incluyen, claro, los irlandeses). Así, las presencias en las Brigadas Internacionales del francés André Malraux, de los alemanes Gustav Regler y Ludwing Renn, del húngaro Mata Zalka, del cubano Alejo Carpentier, como la simpatía de Ernest Hemingway o John Dos Passos —presentes en Madrid durante la guerra— y el apoyo de personalidades de la talla de Charles Chaplin, Clark Gable, Marlene Dietrich, Bette Davis, Paul Robeson y Charles Laughton, entre muchísimos otros, demuestran las repercusiones de una guerra que, según unos versos del inglés W. H. Auden, ocurría "En ese árido cuadrado, en ese fragmento desgajado de la cálida/ Africa, tan toscamente unido a la ingeniosa Europa". Allá, en opinión de Auden —acaso el más notable exponente de la generación de poetas británicos de 1930—, "nuestros pensamientos tienen cuerpos".
El de Auden no fue un caso aislado dentro de su generación. En el prólogo de Poesía inglesa de la guerra española, una antología preparada por William Shand y Alberto Girri, publicada por El Ateneo en 1947, Guillermo de Torre escribió: "Los intelectuales ingleses se solidarizaron con España en todo sentido. Algunos dieron sus vidas como Ralph Fox, Julian Bell, Charles Donnelly, John Cornford; este último murió luchando en
Así lo testimonian las varias antologías anteriores a la suya, que enumera Valentine Cunningham en las palabras preliminares a su Spanish Civil War Verse (Penguin Books, 1980): And Spain Sings: Fifty Loyalist Ballads, adapted by American Poets (1937), de M. J. Bernardete y Rolfe Humphries, que incluye versiones de Katherine Anne Porter y a Miguel Hernández traducido por William Carlos Williams; Poems for Spain (1939), de Stephen Spender y John Lehmann (1939); The Heart of Spain: Anthology of Fiction, Non Fiction and Poetry (1952), de Alvah Bessie; Poetry of the Thirties (1964), de Robin Skelton.
Respecto de las otras, la antología de Cunningham tiene varios puntos de interés. El primero, incluye muchos más nombres. Así, a los ya citados, suma a poetas distinguidos como George Orwell, Kathleen Raine, George Barker, Sylvia Townsend Warner, Laurie Lee, Ruthven Todd, Nancy Cunard y Roy Fuller. Los irlandeses Charles Donnelly —voluntario muerto en 1937 en la batalla del Jarama— y Louis MacNeice —quien a fines de diciembre de 1938, tal como señala su biógrafo Jon Stalworthty, recorrió en representación de los escritores ingleses una Barcelona incendiada en compañía de Antonio Machado— también ocupan un lugar destacado. Junto con el escocés Hugh MacDiarmid. Sorprende por la virulencia de sus opiniones el extraordinario poeta sudafricano Roy Campbell, claro simpatizante de Franco.
Además de los muy conocidos Antonio Machado, Rafael Alberti, Miguel Hernández y Manuel Altolaguirre, Valentine Cunningham incluye entre otros a Francis Fuentes, Antonio García Luque y Félix Paredes. La lista, con todo, podría ampliarse significativamente si se recurre al Romancero de
Morir en Madrid
En 1934, Pablo Neruda llegó a Madrid, transferido del consulado chileno de Buenos Aires. Aquí había conocido a Federico García Lorca y ambos se habían hecho amigos. Su vida madrileña le trajo muchas relaciones: Alberti, Hernández, Bergamín, Aleixandre, Gómez de
La versión de Raúl González Tuñón (que con Neruda es el otro latinoamericano incluido en la antología de Cunningham, traducido por el gran etnomusicólogo inglés A. L. Lloyd, miembro del PC británico y también presente en España) es diferente. Cuenta que la última vez que vio a Lorca fue en Barcelona: "Ese mediodía fuimos a almorzar al restaurante Los Caracoles. No íbamos a volver a verlo. ¡Federico García Lorca! Se ha sabido después que a comienzos de julio de 1936, cuando Madrid se agitaba y había sido muerto un guardia de asalto republicano, Federico le dijo a Neruda, todavía cónsul en Madrid, cargo que ocupó hasta el levantamiento de Franco, pues fue relevado del mismo por adherir públicamente a la causa del pueblo español: ''Me voy a Granada en busca de tranquilidad, para escribir en paz una obra que he comenzado''. Y fue otra la paz que allá le esperaba.".
Al chileno y al argentino, la guerra les dejaría sendos libros. Neruda escribió España en el corazón, publicado por primera vez por Manuel Altolaguirre, quien había instalado una imprenta en el frente del Este, cerca de Gerona, con la ayuda de los soldados republicanos.
Tuñón, en cambio, publicará La rosa blindada en Buenos Aires, gracias a
Aparta ese cáliz
Otros poetas latinoamericanos escribieron sobre
Más importante, sin duda, fue la obra que la guerra le inspiró al peruano César Vallejo. Había llegado a París en 1923, donde vivió y murió en la más extrema pobreza. Desde allí colaboraba para el diario El Comercio y para las revistas Variedades y Mundial. En 1926, con Juan Larrea, editó la revista Favorables. En 1930 fue expulsado de Francia por su militancia política. Emigrado a España, al cabo de dos años volvió a París. Pero llegó la guerra y en 1936 regresó a España, donde un año más tarde los soldados del ejército republicano del Este publicaron los quince poemas que componen España, aparta de mí ese cáliz. A la caída de Barcelona, el libro fue destruido y sólo se haría conocido en la edición mexicana de 1940.
Se trata, probablemente, de algunos de los mejores textos escritos en castellano sobre
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